El Yin Yoga está relacionada con la visión Taoísta del mundo (China) donde todo en el universo es yin y yang, o dicho de otra manera, todo está impregnado o de una energía yin o de una energía yang, que se va transformando en un sentido o en otro; el día -más yang- da paso a la noche -más yin- el verano -más yang- da paso al invierno -más yin-; la niñez -más yang- da paso a la madurez -más yin- etc. Cuando se da ese cambio de energía se está produciendo un movimiento del Chi -energía vital también llamada Prana (en la Filosofía Yogica)- en una u otra dirección. Para que cualquier cosa permanezca en armonía necesita de un equilibrio entre estos dos elementos, que aunque opuestos son complementarios.

El objetivo es regular el flujo de energía pueda movilizarse libremente a través de los meridianos ( canales energeticos denominados nadis). A través de la estimulación de puntos profundos del cuerpo, como los tejidos conectivos: fascia, huesos y articulaciones, denominados tejidos Yin.

Yin Yoga es una versión más lenta, meditativa y está basado en un mantenimiento de las posturas entre 3 – 6 minutos y en un intento de trabajar desde la desactivación muscular y el estiramiento.

Al contrario de las prácticas dinámicas ( ejemplo el Hatha y/o Vinyasa), los músculos permanecen activos y existe una necesidad de fuerza de voluntad y esfuerzo a la hora de realizarlas. Sin embargo, en el Yin Yoga aplicamos la consciencia y nos disponemos en un ademán pasivo y permisivo.

Asimismo, es una práctica de apertura y aceptación, en la que liberamos la necesidad de metas, rindiéndonos a la realidad del ahora.

De hecho, esa fusión con el momento presente que se genera al entregarnos a la práctica, cuando nos relajamos para sencillamente ser, es para mí el mayor regalo que aporta Yin.  Es un soplo de aire fresco en la vida rápida de hoy con sus numerosos estímulos.

Hacia el camino de la conexión con tu esencia.

Contáctame